Fraternidad y Convivencia…La tarea de aprender a amar al prójimo como a ti mismo

Una de las psicólogas del Comité por la Buena Convivencia Escolar, Karina Díaz Valenzuela, nos comparte una interesante reflexión a propósito de la primera campaña de prevención en la forma de tratarnos en comunidad.

En reiteradas ocasiones hemos escuchado sobre la importancia de la fraternidad en la convivencia con otros/as ¿pero comprendemos el significado de esta en nuestro día a día, su práctica consciente en las relaciones que tenemos con las diferentes personas con las cuales nos relacionamos? La invitación en esta oportunidad es a sumergirnos en esta interrogante que, ante el actual escenario mundial, en donde hemos tenido grandes cambios, principalmente en el plano de las relaciones sociales y la convivencia, apela a sacar lo mejor de cada uno/a con la esperanza de construir una sociedad más empática, responsable, solidaria y con sentido de comunidad. Si buscamos el significado de la palabra “fraternidad” nos encontraremos, entre otras definiciones, con que corresponde a la “buena relación entre los hombres (comprendiendo que actualmente el concepto hace referencia a hombres y mujeres por igual, sin predominio de uno por sobre otro), en donde se desarrollan sentimientos de afecto propio de los hermanos de sangre y unión. Es un lazo de unión basado en el respeto a la dignidad de la persona, la igualdad de derechos de todos los seres humanos”. De esta manera nos lleva a ser solidarios, respetuosos y empáticos los unos con los otros. En sus orígenes cristianos “nos invita a amar al prójimo fuera de toda noción de cálculo y reciprocidad”, esto nos lleva a preguntarnos ¿vivimos la fraternidad en nuestros entornos más cercanos, con nuestra familia, amigos/as, vecinos/as…? La fraternidad se encuentra en la base de la ética del cuidado, implica no solo la generosidad, la justicia y la convicción de que el otro/a es importante para mí y que por lo tanto su bienestar también es el mío, así como sus dificultades también son mías. Es pensar, sentir y convivir bajo la premisa del bien común, valida el éxito y bienestar como un aliciente para mi propia existencia y vida. Si miramos el vaso medio lleno, podríamos pensar que el contexto de pandemia si bien nos lleva al distanciamiento social, también es una oportunidad para que, tomando los principios de la fraternidad, repensemos y revaloremos lo importante que es para nuestras vidas el vivir y convivir con los demás en todos los ámbitos de relación. Dentro de esos ámbitos podemos identificar dos unidades claves en los procesos iniciales de socialización y en donde se gestan los primeros aprendizajes significativos, nos referimos a la familia y la escuela, espacios en donde convergen una infinita variedad de experiencias y realidades, siendo fundamental propiciar en ellos la práctica de conductas prosociales, basadas en valores como la fraternidad en donde la amabilidad, respeto y solidaridad permitan la construcción de una comunidad en donde primen la inclusión, aceptación, democracia y, sobre todo, vivir la propia existencia desde el plano individual y comunitario. Entonces, construir relaciones basadas en la fraternidad es una invitación a la esperanza ante un escenario complejo e incierto, es movilizarnos por el cuidado mutuo sin reparos, orientados hacia un logro mayor y común… «El amor que da lugar a pequeños gestos de cuidado mutuo es, a la vez, un amor cívico y político, que se manifiesta en cada acción orientada a la construcción de un mundo mejor». En el siguiente video, se sintetizan ideas centrales para reforzar.